sábado, julio 03, 2010

Blanco, rojo, negro


En tres colores puedo definir tu recuerdo. De blanco te recibí. Te entregaba un corazón virgen en cuestiones del amor, sin ninguna experiencia que me hiciera ni remotamente compararte. Eras el primero, el único, eras tú aquel hombre por el cual lloraría por primera vez, el que con una sonrisa abriría camino a la primera reconciliación.

De blanco pasaste a rojo, cuando los labios mojados no bastaron y el uso de tu lengua me llevó a la perdición. Y allí fue cuando tus manos bajaron, del cuello comenzaste a llegar a mi pecho y ya después de allí perdí la razón. Comencé a despertar a tu lado, confundir mis gemidos con los tuyos. Fue así como empecé a usar tu camisa y secarme con tu paño. Las siluetas de ambos comenzaban a dibujarse a diario en cualquier lugar que gozara de sólo tres requisitos: publico, arriesgado y novedoso.

Y el rojo se mantuvo y sin darme cuenta se volvió muy oscuro, tanto que juraría que era negro. Te perdiste en medio de lo sombrío, empezaste a significar una imagen borrosa, distorsionada, quizás en escalas de grises pero jamás te volví a ver a color. Y así fue como te vi y te sentí. Sin entrar en detalles, en tres colores te tuve y te perdí.

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