sábado, diciembre 25, 2010
Amélie
El Hombre Perfecto
El Hombre Perfecto
"Yo podría ser un periodista. Creo que las entrevistas son la nueva forma del arte. Creo que la autoentrevista es la esencia de la creatividad. Hacerte preguntas a ti mismo y tratar de encontrar respuestas. Lo que hace un escritor es contestar una serie de preguntas que no han sido pronunciadas."
Jim Morrison
martes, octubre 19, 2010
Uno lo sabe
Sabes que todo se fue a la mierda cuando no confías en sus amigas, ni en las tuyas, ni en él, ni en ti.
Uno sabe y no acepta que todo se fue al mismísimo diablo cuando cada salida se trasforma en despedidas llenas de amargura y reproches. Cuando ya no piensas en decirle buenos días o buenas noches.
Cuando la soledad es mejor que su presencia.
Y es que uno sabe pero no actúa; uno sigue como una pendeja creyendo que algún día volverán a lo que fueron.
Uno sabe pero no piensa; que los momentos llenos de ternuras son contados y los orgasmos conseguidos se resumen a nada.
Y es que uno sabe que ya los besos no saben igual, pero no me preguntes porque uno sigue metido en ese callejón sin salida donde te consigues con esas manos tan pesadas y con tu piel ya tan seca.
Uno sabe pero no dice; uno llora para ver si la cuestión se salva por si sola...por magia.
Y es que también uno sabe pero no escucha, ni el vacio de sus palabras, ni el murmullo de la razón.
Uno sabe pero no admite; no admite que lo ves borroso, lo ves pixelado, incluso a veces ni sabes si realmente lo estás viendo.
Uno sabe pero se aferra; se aferra a todo, a las fotos, a los mensajes guardados, al primer beso, al primer polvo.
Uno sabe pero no quiere; no se quiere estar solo, no se quiere uno.
domingo, septiembre 19, 2010
El peo
El peo no es que llames, el peo es que reconozca tu voz.
El peo es que existo yo y Boys II Men.
El peo no es que me pida un beso, el peo es que me lo pida en un lugar público y tenga que seleccionar el tipo de beso.
El peo no es que te enamores, el peo es que lo beses y pienses "esto ya lo he sentido antes".
El peo no es que pierdas a un novio, el peo es que pierdas a un amigo y sepas que ni por el carrizo lo recuperaras.
El peo no es que cuelgues el teléfono, el peo es que vuelvas a llamar.
El peo es que ni te odio ni te amo.
El peo no es que ames, el peo es que ames y sepas que todo se está yendo pa´l carajo.
El peo es que me hables de matrimonio y me suene bonita la vaina.
El peo es que una relación puede terminar por una familia.
El peo es que existo yo y el alcohol.
El peo no es que tengas novio, el peo es que tengas la seguridad de que durará sólo 4 años más.
El peo no es que me digas “Te amo”, el peo es que luego te despidas.
El peo no es que me envíes mensajes, el peo es que yo los guarde.
El peo es que creas que este escrito va dirigido a ti.
El peo no es que escriba y que leas, el peo es que no sepas la vigencia de cada uno de ellos.
Fue una semana tan maldita que se merece un post
Generalmente me desahogo con Word, antiguamente la gente lo hacía en papel, pero formo parte de un terrible momento histórico en el que por cuestiones prácticas me toca irme a las teclas y no a las plumas.
A veces reflexiono si en realidad es terrible el momento en el que existo. La web, tan impersonal (para mí) como pública, es un espacio intangible donde las hojas no se perderán, mis archivos siempre estarán a un click… a nada de mis manos.
La razone por la que me mantengo sumergida acá es porque si lloro en medio de un escrito jamás caerá ni una lágrima sobre las huellas de algún bolígrafo, ni mucho menos dañará el fruto inconexo de palabras que suele elaborar.
Ajá al punto. El impacto de Inception en mí.
Ayer después de un tiempo vi a uno de mis más grandes amigos (para no inflarle el ego diré que es uno de tantos), disfrutamos de una película, con varias horas de reservada, y salimos de dicha función hablando de profundidades que no manejamos mientras los demás espectadores salieron sólo diciendo “arrechísima”.
Inception (Origen) fue el detonante de una serie de reflexiones y cuestionamientos acerca de mi vida, de lo que he hecho, de lo que he sido. El temita de los sueños, las realidades, el subconsciente y las posibilidades de que te planten una idea me dejó toda la puta noche pensando en las opiniones vinteligentemente insoportables de Sigmund Freud al respecto: un tipo que siempre ha estado presente en mi vida académica para joderme de alguna u otra forma.
Fue así como llegue a concluir que desearía que me plantaran en la cabeza miles de ideas, sólo por aquello de dejar de ser tan “realista” y soñar de tal manera que me crea la vaina. Por ejemplo:
Lista de ideas que quiero que me planten
Todo es para siempre
La infidelidad es un cuento de camino
Maquillarse hace a la gente fea
El color negro significa lo bueno
El color blanco significa lo malo
El rencor tumba el cabello
La vida es sólo un orgasmo
Tener hijos salvará al planeta
(sólo quiero que me llenen de mentiras)
Lista de ideas que han querido plantarme
Debo respetar a los mayores - - > Sí ellos respetan a los jóvenes chévere sino NO.
Los adultos siempre tienen la razón - - > Permíteme reírme.
No hay nada mejor que decir la verdad - - > Ajá.
Dios es lo único que nos salvará - - > Oh, sí.
En la tierra todo lo que se hace se paga - - > ¿Más cierto imposible?
jueves, julio 15, 2010
El lado oscuro del Corazón...
lunes, julio 12, 2010
domingo, julio 11, 2010
Necesidades básicas
No quiero abrazos de bajo presupuesto, me niego a caricias sin sazón, sin condimentos. Necesito pasiones a lo Hollywood, crímenes que merezcan ser resueltos por Sherlock Holmes. Me urge besos dignos de una portada de la Hola!
Besos con mala ortografía
Lamento infinitamente que el escrito que usted ha hecho en mis labios tenga errores ortográficos. Sobre todo cuando usted ha demostrado ser un hombre con amplia trayectoria en el oficio de dejar tinta sobre otras bocas.
Mi señor, usted ha puesto un punto final donde yo pretendo que haya una coma.
En medio de mi pronta despedida imploro no seguir expuesta al tedioso camino que me arrastran a los puntos suspensivos y signos de interrogación.
Quien le ama..
Saiduby Toro
domingo, julio 04, 2010
De blog en blog
Simplemente quería elegir
A diario confirmo que mi deseo más frustrado es no haber nacido hombre. El no escoger qué tener o no entre mis piernas es una de las cosas más desconsoladora con las que he tenido que lidiar. Si en mis manos hubiese estado el ser o no ser de seguro no estuviera aquí escribiendo esto tan miserable como lo es la propia negación.
Y es que la vida en el cuerpo de una hembra no me ha resultado nada sencillo. He tenido que remover casi todo el vello de mi cuerpo, limar mis uñas y pintarlas de vez en cuando; aprender a usar tacones, saber qué hacer cuando uno de ellos se rompe.
Pienso que de haber nacido macho, agacharme en los baños públicos y exprimir mi naranja sin rozar la taza nunca hubiese significado gran problema. Pienso y pienso y menos justa me parece la cuestión. Ser hombre me permitiría andar sin sostén SIEMPRE. Tendría más de dos bolas para afrontar la vida.
Quizás mi cabeza no estuviera tan llena de basura como lo está hoy imaginándome siendo la protagonista de otras supuestas frustraciones: virgen a los 40, divorciada, casada, vistiendo santos, abuela, con varices, con el culo gordo, con estrías, con las tetes caídas, sin hijos o con ellos. He ahí el dilema…
Y es que definitivamente para ser hombre se necesitan menos requisitos.
Quizás el afeitar mi cara sería más sencillo que decidir darla o no darla (¿acaso habrían cosas que decidir?). De haber parido mi madre un varón de seguro no estaría escribiendo esto sino “matando fiebre” en un partido de futbolito. Si yo fuese portadora de testículos pasar por una alcantarilla nunca hubiese creado pánico en mi madre.
No estuviese mal cambiar de pareja por cada mes que tiene el año y llevarlas a casa fuese una celebración por todo lo alto. Si mi aparato reproductivo fuese otro me hubiesen permitido trabajar a los 16 y no haber tenido que pensar qué significaba tener 15. Nunca hubiese manchado mis pantalones ni verme obligada a taparme con un sweater. Jamás hubiese tenido pena al comprar por primera vez mis propias toallas. ¡En la vida!
Siendo hombre me daría igual que un chico me diga “won”. Sin embargo, en el rol de mujer y el chico que me gusta me dice “won” me hace sentir peor y decir: ¿Acaso no se da cuenta que mi espalda es menos ancha o que por lo menos pretendo vestirme como niña?
Si tan sólo en mi pecho no existieran pezones sino tetillas mi visión del mundo sería menos trágica. De chiquita tampoco me hubiese escondido detrás de una columna para sacar la enorme panty, con el enorme bordado, de mi pequeño trasero. Ni hubiese detestado las veces en que las delicadas medias se me rasgaban en las fiestas, mucho menos hubiese sido víctima de un regaño por no cruzar las piernas.
De ser yo hoy un tipo de 19 años; las tangas, los bikinis y los hilos serían sinónimos de chicas sexys, “mamis” pues. Pero disfrazada de mujer esto es símbolo de una irritante pero necesaria transición de mis hermosas pantaletas con muñequitos color rosa, esas que cubrían hasta el pensamiento, a unas más caras y con menos elaboración.
Lo siento, Dios o como te llames. Soy una inconforme que detesta lo menstrual y que mis estados emocionales sean dominados por casi 4 días al mes. Pienso que simplemente te equivocaste conmigo. Se las pusiste más fácil a ellos…pero cómo voy a esperar que no sea así si tú también eres hombre. ¿No? Porque hay que ver que eso sí tienen ustedes, don de compañerismo.
Entre machos y hembras
Importante: Usted se encuentra leyendo la segunda sección de éste blog (la primera es Confesiones de una negra)
Dedico mi tiempo a escribir esto porque me hierve la sangre el hecho de ser objeto y sujeto de las estrategias que enredan a machos y a hembras, pero ni modo no me dieron chance de elegir ser una nube, la pata de una mesa, un volcán, algo inanimado.
Vamos a hablar claro como el agua (la del Guaire no cuenta como agua).
Categoría MSN
Caso Nº 1: Cuando un ex después de mucho tiempo te saluda
Macho: Hola chama, ¿cómo estás?
ATENCIÓN: Primero macho que has escrito esto, el “chama” esta demás. No es necesario que te refieras a ella bajo la chocancia de “chama”, “panita”, “chica”, “amiga”. Eso no es lo que hace que quede claro que vienes en son de paz o por lo menos que saludas sin ánimos de volver a tener algo. No, no, no.
Si quieres hablar con naturalidad con ella o tener la fiesta en paz pues debes empezar sabiendo que las hembras no son gafas y saben perfectamente la intención de las palabras.
Caso Nº 2: Cuando hablas con un cuadre, un levante, una novia, etc.
Hembra: Bueno, me voy. Chao, descansa fulano.
Macho: ¿Te vas?
ATENCIÓN: Macho, tú que me lees. Si ella te dice “chao” puede ser por tres razones: 1) Porque prueba si te importa o no su partida o si le estas parando aunque sea algo 2) ¡No chico! está practicando como despedirse 3) Que broma, fíjate que si se va. Se cansó de esperar que le hablaras de algo interesante.
PD: Hembras deberían ser valientes y responderles la pregunta citando una de las tres razones y no con emoticones de caritas tristes que realmente esconden picardía y malas intenciones.
Caso Nº 3: Los ex de nuevo. ¡Qué problema! No saben hablar ni muchos menos escribir.
Macho: "...y cuentame el trabajo, los novios, cuentame de ti"ATENCIÓN : A ver, generalmente la hembra ante esta pregunta se dice "Pero si ya le dije que todo bien " Pues mujer que me lees, el pana sólo quiere sacarte el punto que más le interesa de todos " ¿Ya tienes novio?"
¡Hombres por Dios ! dejen de torturarse. Si la chica ya tiene otro y le va de maravilla no te lo va a decir a menos que quiera joderte la vida un ratico, sino lo tiene pues te cuento que las mujeres son MALAS, mienten, son sucias, unos pequeños roedores a la hora de hacerte sentir miserable ( ustedes también lo son, sólo que les queda mejor el papel a veces)
Hasta una próxima edición. Dejen de arruinar sus vidas con estas frases y gasten el tiempo en sincerarse.
sábado, julio 03, 2010
Confesiones de una negra
Pongo música corta vena aunque mi corazón este latiendo con la apropiada frecuencia, no tomo mucha agua. Amo las frutas. Entre el Ávila y la rumba, prefiero la primera. Estoy tratando de volver a darle el valor que merece la palabra "Te amo", me he enamorado muy poco. No sé si quiera tener bebés. Soy la mejor sapa de mi misma, me cuesta mentir, me cuesta perdonar. Comería mejor si tuviera una casa. Dormir es mi mayor pérdida de tiempo.
Mi risa no tiene poder de voluntad, ella puede irrumpir hasta en los lugares donde no se le necesita. No he aprendido a suprimir el llanto. Casi nunca me enfermo, casi siempre pienso en algo y no lo digo. Amo mi color, no me gustan mucho los hombres blancos. Me dan asco los hombres musculosos, odio el brote de las venas, odio el bigote.
Aprecio más una salida autentica que una rosa roja con la bendita cajita de chocolates. Nunca he podido decir “este es el mejor cumpleaños de mi vida”. No me gustan los números ni el inglés, por la misma razón que algunas personas dicen “no me gusta la salsa”.
¿Qué es eso de enamoramiento?
Yo no sé qué es exactamente. Sospecho que es algo así como cuando te comes una arepa salidita del fuego lento, ves como se derrite la mantequilla en su interior y mueres por darle el primer mordiscó; así de sabroso es. Como cuando llevas todo un año esperando una película y al estar frente a la taquilla no sabes si gritar, llorar o que carrizo; así de desesperante es.
Es que es algo así como cuando te pagan por hacer lo que más te gusta, como cuando no estudiaste un carrizo y sacas 20. ¿No te digo que es igualito? Es tan grande que no crees ni siquiera merecerlo. Es una sacudida al ego.
Estado de emergencia
Creo que hizo bien a la terapia sufrir cada uno por su lado, sin hacernos daño, vivir en duelo por un tiempo y encontrar nuestro propio camino. Digo creo porque nunca he estado segura de nada. He sido incrédula ante todo, incluso ante tu olvido. Pero, confieso que es sanador dar todo por muerto, hablar de lo concluido.
Creo que hizo bien a la terapia probar otros labios, basar canciones en otras personas, sentir el calor de otro cuerpo. Creo que el olvido no es para mí la palabra que justifique tu fantasmagórica ausencia. Es que eso siempre serás: un fantasma, quizás ahora de los buenos, de esos que me persiguen para que recuerde mis errores contigo y no los cometa con otro.
Creo que hizo bien a la terapia esperar a que me volvieras hablar, que dejaras de odiarme o hacerme creer eso. Creo que hizo bien tratar de entender que solo éramos víctimas de un estado infinito de convulsión, entender que estábamos agonizando. Creo que hizo bien llorarte en silencio y no hacerte partícipe de mi sufrimiento. Quiero creer en este credo.
Ella
Pocos saben de Ella. He decidido llamarla así porque ya no sé quién es, sencillamente citar su nombre es remitir a un pasado que recuerdo de un presente que no conozco. La mayor de las razones es porque mantenerla en anonimato minimiza el dolor (mentira #1).
Cómo hablar de una imagen tan borrosa como indescifrable, una especie de código de barra cuyo lector no creo jamás conseguir (mentira #2 porque aun tengo esperanza). Odio evocarla, añorarla, vivir atada a algo que ya no es Ella.
Hace tanto tiempo que la arrancaron de aquí, viéndola en memorias. Una remembranza que padeceré sola, porque a la edad en que se fue uno recuerda pequeñas cosas y a la edad que la perdí uno recuerda todo. Sí, esos son los más grandes y dolorosos puntos: su partida y nuestra diferencia de edades.
Por un lado tenerla lejos es no tenerla, Ella ha sido el más grande de mis guayabos, el despecho más arrecho porque ninguna de las dos fue declarada culpable de nuestro rompimiento. Y le agrego estas palabras porque en cuestiones de amistad se sufre tan jodidamente como en las relaciones amorosas.
Ella fue la más grande de mis amigas, la hermana que nunca fue concebida. Puedo decir que le contaba mucho: sabía mis colores favoritos, el nombre de mis muñecas, la comiquita que más veía, que camisa quería usar casi que a diario, conocía el lado de la cama en el que dormiría. Ella sabía lo que unas mejores amigas, a nuestra edad, necesitaban saber la una de la otra.
Ella amaba los nuggets y yo la hamburguesa, Mcdonald´s era nuestra cita perfecta. Las diferencias entre ambas eran imperceptibles o por lo menos bastante llevaderas. Ella adoraba los conejos…digamos que yo no tanto.
En nuestros juegos siempre eramos grandes mujeres, madres, ejecutivas. Sí, mujeres exitosas. Cuando yo cocinaba, Ella alimentaba a nuestras hijas (que por supuesto también eran amigas). Nunca necesitamos la figura de un hombre, sólo nosotras bastábamos para amar.
Yo odiaba cuando otros niños la hacían llorar, yo lamentaba cuando peleábamos en el carro y nos torcíamos los ojos diciendo “no le hablo”. Odiaba cuando no la dejaban venir a casa a jugar o cuando se tenía que ir antes de que Ken se casara con Barbie. Siempre odie nuestras separaciones.
Podíamos compartirlo todo, incluso la ropa. Hoy en día no creo porque ella está mucho más grande que yo; como suele pasar con eso de las nuevas generaciones. Incluso nuestros gustos a la hora de vestir ya no deben coincidir, así como no coinciden nuestros tiempos, nuestros espacios, nada.
De pequeñas Ella reía conmigo mientras sin temor nos bañábamos juntas, hasta que un día me di cuenta que yo comenzaba a experimentar la adolescencia y que compartir la ducha ya no era cómodo…por lo menos no para mí.
Eso sí, en esos tiempos amábamos la playa. Higuerote fue sede de mis más grandes recuerdos con Ella: las lanchas, los perritos huérfanos, los helados, el nintendo 64, el jeep, los trajes de baños, los caracoles, el erizo que ambas pisamos, las arepas con huevos revueltos, las colitas, la paella, los chalecos, las compotas, las galletas, La Pasión de Cristo, Matilda, Tom y Jerry, Gasper, la mesa de fútbol, el escondite, la picada del mosquito, los disfraces, las bombas de agua, el Club de los Tigritos, Amigos por Siempre.
Si tan sólo le hubiese dicho cuánto amaba escuchar la puerta y saber que era ella que venía por mí para jugar, si tan sólo tuviese la oportunidad ahorita de recordarle todo esto y mirarla a los ojos y ver que por lo menos algo de mi recuerda.
Si pudiera decirle tantas cosas: que no soporto no entender muchas palabras cuando hablamos por el chat, que sus fotos me hacen verla cada vez más lejos, más desconocida. Que cuando me despido de ella aun duele y que por eso he dejado de escribirle. Si pudiera gritarle que la extraño y que eso nunca cambiara, si tan sólo me dieran la oportunidad de verla por 5 minutos. Seguramente llorando le diría que la quiero y no perdería tiempo en abrazarla.