sábado, julio 03, 2010

No existe el país de las maravillas


En el imaginario de cada venezolano debe existir una Venezuela ideal, una imagen tan perfecta como irrealizable. Y es que cada uno de los miles de habitantes de esta nación posee características, valores, metas de vida e intereses que hacen que el croquis de su país de ensueño sea muy distinto del de otro compatriota.

Quizás para un maracucho, el país ideal deba tener como plato típico el patacón y como música tradicional la gaita; pero, posiblemente, un caraqueño no se sentirá cómodo en un país con estas particularidades. Es probable que, para la clase baja, ese país que tanto anhela deba brindarle la posibilidad de cubrir al menos sus necesidades básicas; mientras que los más grandes deseos de la clase alta estén enfocados en el aumento de los cupos de CADIVI o la reducción de las cuotas de la matrícula universitaria.

Es así como los diversos intereses de los venezolanos a veces pueden ser irreconciliables. Por estas razones, quienes ansíen gobernar a la pequeña Venecia deben saber que siempre estará latente la posibilidad de fracaso e insatisfacción a la hora de instaurar lo que consideran un país ideal.

La solución no está en votar, elegir o establecer un país sacado de un cuento, sino en trabajar en conjunto para que cada uno pueda ver su nación como un espacio para la realización de su propio sueño.

Venezuela se encuentra constituida por un sinfín de culturas y en ocasiones pareciera que lo único que une a sus nativos es el idioma castellano.

Sin embargo, esto no debe impedir que se establezcan características mínimas de lo que debe ser un lugar ameno para la vida y la realización individual. Sin caer en utopías.

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