martes, enero 04, 2011

A mis 20 velas


Culmina mi segunda década como mortal y mi memoria, aun no descompuesta por completo, tiene archivada los recuerdos más transcendentales en este no tan breve paso por la tierra.

La no tan buena noticia de mi concepción, los calorones que le daban a mi mamá, la aparición del tal San Benito quien según me sacó con éxito del vientre de mi progenitora (espacio demasiado pequeño como para soportarme por tantos meses) hasta la escena donde por fin salgo expulsada cual proyectil y lo único que se escucha como soundtrack es “que gordaaaaa es” “es pelua” “es negraaaa” “casi me muero”... son parte de la película, rodada desde mi nacimiento, que han recreado los testigos en mi mente.

Sí, sí…dicha criatura se transformaría en esta mujer marrona que soy hoy, con debilidades, aciertos, errores, cualidades, bachiller, samuelita, ucevista, trabajadora y con bastante color para repartir.

Tal parece que mis inicios en sociedad fueron traumáticos pero necesarios por muy ilógicos que parecían; golpeé a niños inocentes, fui castigada, cree una supuesta pandilla y de un sinfín de fechorías me hicieron responsable. Lloré, me dio dengue hemorrágico, reí, tuve lechina, me rasqué y me quedaron marcas. Toda un aventura. Tuve amigos, me amenazaron de muerte dos veces, me intoxique dos veces, tuve una carié en una muela gigantesca, trataron de aliviarme el malestar, me colocaron un algodón bañado en ron varias veces…eh, no sé lo demás, no supe nada de mi hasta el día siguiente.

Innumerables encuentros con el dolor siguieron; una niña se divirtió chocando mis dientes contra un pupitre, mi cabeza fue víctima de balones perdidos, le tuve rencor al ratón Pérez, deje de confiar en los reyes magos. Ah, muy importante, me entere que mi padre no era mi padre el mismo día en el que iba a recibir al espíritu santo. Sí, sí dolió…pero comencé a sobrevivir y a decir mentiras también, claro al igual que ellos pagué las consecuencias.

Creía que todo lo malo había pasado hasta que llego mi menarquía, eso que hace a una mujer una MUJER, claro para mí un episodio desagradable que se llevo todos los premios. Jamás pensé que sangrar por tantos años desataría tantos cambios, de ese trauma ya hablé en otro post.

Lo cierto es que las mejores y no tan mejores cosas pasaron durante estos 20 años…

Sin saberlo, viví por un tiempo entre acogedoras cuatro paredes: limpié y canté sola por mucho tiempo, viví a plenitud mis conciertos frustrados por PumaTv, me sentí orgullosa de mi misma con cada nivel superado en los juegos de mi Playstation one, sentí el dolor desgarrador que es saber que la memory card se había dañado y con ella morían los sueños de luchar contra las fuerza del mal.

Me cociné, me quemé friendo plátanos, lavé muchos baños, esperé sentada muchas veces a mi mamá, aprendí a defenderme de otros niños, me quitaron un reinado porque la niña lloró y quería la corona… odié a todas las niñas parecidas a ella. Hice muchos mandados, aprendí a cerrar bien la casa, me pegaron, hice teatro, recité, fui buena estudiante, me citaron el representante, abrí yo solita mi correo electrónico, llego un sapito a darme el primer beso, el segundo… después llegó el fulano príncipe, no llegamos al colorín colorado pero fue lo mejor que me pasó (aunque no lo admita con frecuencia).

Llegaron otros que no tenían que llegar pero me hicieron toda una guerrera, llené álbumes, llené la casa de barajitas repetidas, rompí corazones, sané algunos, me enamoré de nuevo, tuve un cochinito, tuve un conejo que luego me lo comí sin saber. Me desilusioné, desilusioné a otros, me mordió el ojo un perro, estuve con un parche de pirata por mucho tiempo, aprendí a confiar y a desconfiar. Me gradué. Que barbaridades de cosas han pasado. Tomé decisiones, otros las tomaron por mí, despedí a personas de las que nunca me quise despedir, olvidé, trabajé, quise matar a gente, no maté a nadie, fumé, desprecié a un Irlandés. Supe que vivir en casa de un familiar puede ser tu peor pesadilla. Me eduqué para salir victoriosa de una depresión, me formé para darme de baja y de alta ante crisis existenciales. Y pare usted de contar que por razones de autocensura he de reservar.

Realmente han pasado muchas cosas que mi mente desea anular y eso nunca sucederá. También he vivido otras tan maravillosas que resumirlas aquí sería agotador.

Lo cierto es que he vivido todo por una razón, esa razón es mi preparación para los próximos 10 años que me esperan. Hoy he entendido y he visto como todo encaja perfectamente en la construcción de un ser más fuerte. Bienvenidos los veintitantos, seguramente los despediré con un gran homenaje al cumplir mis 30.

Gracias a todos los que han estado, los que se fueron dejándome grandes cosas, los que llegaron y los que llegaran.



No hay comentarios: